domingo, 24 de agosto de 2008

Pelotudocracia

Con un sentido de la oportunidad que, a todas luces, da cuenta de la valiosa experiencia política por la que se les paga religiosamente su opípara dieta, los diputados chilenos protagonizaron, la semana pasada, otro bochornoso episodio al asignarse -y quitarse al día siguiente- un bono de 100.000 pesos que incrementaba su asignación por combustible... mientras el resto de los chilenos hacemos magia negra para llegar a fin de mes.

La dieta de los representantes elegidos por el pueblo es similar a la de un ministro de Estado: un sueldo líquido de, aproximadamente, 4 millones los diputados y 4 millones y medio los senadores. Hablando en serio, nada del otro mundo, considerando los sueldos que ganan los gerentes, abogados, o los médicos en el sistema privado. No sumo la asignación por gastos de labor parlamentaria que es lo que escandaliza al mutante básico, que no entiende que la labor legislativa no se haga de manera telepática. Señora Juanita: es necesario pagarle a los asesores, a las secretarias, teléfonos, insumos, etcétera.

El principal problema de los políticos, en mi concepto, -dejando de lado su ramplonería, su pobreza léxica y su estrechez intelectual y cultural- es su abrumadora incompetencia en el ámbito de las comunicaciones. Por ejemplo, la sabiduría popular ve en estos gastos de asignación parlamentaria un escándalo y una prueba palmaria de la corrupción de los políticos. Si se aplicara la lógica de la barra pop, el operador de telemarketing debiera pagar de su bolsillo la mantención del teléfono que ocupa para hacer su pega; el carabinero, debiera autofinanciar las balas que emplea -que debería emplear- para detener a los delincuentes y el profesor debiera destinar una parte de sus emolumentos a pagar las fotocopias de las pruebas y los plumones con los que hace la clase. Es sencillo de entender, si se tomaran la molestia de explicarlo; en cambio, prefieren seguir manteniendo la imagen de ladrones, de vagos y aprovechadores, porque, en la práctica, la opinión de la masa les importa un pepino... hasta que llega la hora de la reelección.

Imagino que esta especie de procastinación en el manejo comunicacional debe tener que ver con lo desagradable que debe ser atender los intereses de "la gente". El político tiene, por un lado, la sed de poder, el vértigo de ser alguien importante: un honrable y, tal vez en muchos casos, alguna clase de vocación por el servicio público, que es como se llama al orgullo de sentir que, sus acciones, pueden contribuir a mover los destinos de un país. El precio, en todo caso, no es tan alto: en las sesiones sólo deben aguantarse los discursos soporíferos de otros honorables y en las visitas a sus distritos, deben poner cara de circunstancias cuando se maman los gimoteos de cuanto mequetrefe quiere arrimar agua a su molino, sin atender al derecho del otro, saltándose si es preciso los procedimientos usuales: "Es que querimo' ju'ticia, señor diputado".

Lo que más me sorprende, en todo caso, es que el ciudadano promedio le exige a sus representantes una rectitud y una probidad que él está muy lejos de tener en su vida cotidiana. La manga de delincuentes que entra sin pagar a las micros por las puertas traseras se llena la boca diciendo que "too' lo político' son uno' ladrones"; denuncian que los políticos no van nunca a trabajar quienes han hecho del tráfico de licencias y del sacar la vuelta un arte mayor. Si usted desconfía de su "hombre en el congreso", fíjese que tanto la cámara como el senado tienen sendos sitios web; en ellos, usted puede revisar qué está haciendo su representante día a día, saber cuáles son las comisiones en las que está trabajando, cuántas han sido las leyes en las que ha participado y, aunque no lo crea, también aparece el detalle de su asistencia a las sesiones. Si algo de lo que ahí encuentre no le parece, fíjese que también está -no me va a creer- el teléfono y el correo electrónico del senador o diputado para avisarle, sin mandárselo a decir con nadie, que su voto, para la próxima pasada, irá a la competencia.

Si uno le echa una mirada hasta al fulano que va a tomar el estado de la luz a la casa, cómo va a dejar sin vigilar a quienes tienen la tarea, delegada por nosotros mismos, de dictar las leyes que moverán a un país. Pero es más fácil ceder a la bobería autoconmiserativa, a la irresponsabilidad y a la anomia. Es un error pensar que "todos los políticos son una mierda": para mí, los mierdas son quienes han puesto a esos políticos -"a los mismos de siempre"- a cargo del país y luego se han desentendido de su responsabilidad al elegirlos y al dejar de presionarlos. Y ni siquiera me meto con los cretinos que, como no creen en el sistema, no se inscriben. ¿Estarían dispuestos a someterse a otro sistema de gobierno, como una monarquía o una dictadura?

Se dice que la democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno que el hombre ha inventado. No estoy seguro. En lo que sí no albergo ninguna duda es que, en nuestro país lo hemos empeorado con malsana irresponsabilidad, tanto políticos como ciudadanos, al punto de terminar rigiéndonos por una pelotudocracia representativa, en la que el centro, la derecha, la izquierda, los de arriba, los de abajo, los de más allá, los de más acá nos encontramos unidos, con un sincero, profundo y sentido espíritu republicano, que se inspira más en la terminación que en la "república".-

1 comentario:

Jose Figueroa dijo...

Estimado Mandaliex, adhiero a la mayoría de sus palabras, salvo que este sistema que tan jocosamente usted llama pelotudocracia sea representativo, ya que todos los miembros del parlamento y del gobierno de turno son repartidos entre cuatro paredes por un puñado de viejos mas antiguos que usted, para así pagar favores y repartirse la torta de una forma mas conveniente (para ellos claro está).

No puede ser representativo un sistema diseñado para solo dos opciones como es el binominal, excluyendo a la izquierda, la “Política de los acuerdos”, le llaman, pero mas recuerdo ese dicho popular “Entre bueyes no hay cornadas”, por lo que yo llamaría a este régimen bueyecracia.

Atte.
Dr. QF Pepe Jano