sábado, 12 de julio de 2008

El señor de la Querencia o lo que quieren los señores

Sería para la risa si no fuese cierto: en pleno siglo XXI, una telenovela genera un impacto sociopolítico de carácter telúrico y desata una polémica en la que el Servicio Nacional de la Mujer, el Consejo Nacional de Televisión y conspicuos representantes del polillismo criollo manifiestan su preocupación por los contenidos de violencia excesiva que "El Señor de la Querencia" difunde en el horario nocturno del canal público de Chile.

Por otra parte, prestigiosos periódicos como El Mercurio y La Tercera publican los diagnósticos de sesudos historiadores quienes se refieren a la verosimilitud de los contenidos históricos de la telenovela nocturna de TVN y concluyen que "el tipo de relaciones aludidas en la telenovela constituían prácticas usuales de esa época histórica". Agréguese a esto que cierto abogado recaba antecedentes para llevar a la justicia al canal de todos por la "injuria larvada" hacia... los patrones de fundo de 1920. Cito sus declaraciones que no tienen desperdicio: "Se está contribuyendo a crear un odio de clases y haciendo un estereotipo del hombre de campo de esa época, en tiempos en que Chile vive un espiral de agitación laboral. Pensamos que no contribuye a la paz. Como medio de prensa, TVN debiera tener mucha cautela”.

Y, por cierto, en las oficinas del Sernam, los teléfonos y correos electrónicos reciben urgentes reclamos de alteradas féminas, indignadas por el trato que sus ficticias congéneres padecen a manos del vesánico patrón. No obstante, y como siempre, la nota -en este caso, la más baja- la dan -cuándo no- nuestros dirigentes políticos: "No se trata de que no se emita la teleserie, pero se trata de que se clarifique qué es ficción... eso sería muy positivo" nos recuerda sibilinamente el ministro secretario general de la presidencia; un diputado del PPD advierte, con una cierta incoherencia gramatical que revela, con toda seguridad, su profunda indignación: "...el trato vejatorio que aparece en "El Señor de la Querencia" es una señal negativa. Hoy tenemos 40 femicidios, es un tema central. Yo creo que ese mensaje que se entrega, estamos hablando solamente del maltrato, es absolutamente excesivo e innecesario".Y hasta una diputada independiente por una región campesina, dictamina que "en el contexto histórico esto no era ficción, ocurría. A lo mejor no todo pero ocurría, hasta algunos nombres se repiten." ¿Cuáles serán esos nombres?

Resumiendo, no se trata ni siquiera de provincianismo, sino de ignorancia galopante, de gonorrea intelectual, en suma: de bobaliconería. El juicio que hace 151 años le hicieron a Flaubert por inmoralidad al publicar Madame Bovary hoy llena de oprobio al mundo civilizado y sin embargo, en Chile... Pero veamos qué enseñanzas podemos extraer de esta ridiculez.

No deja de llamar la atención, primeramente, el prestigio que todavía tiene la historia para nuestra sociedad. Junto con la filosofía, la historia se ha constituido en un género literario sobrevalorado, que salvo contadas excepciones, en Chile es practicado por pseudo periodistas, empecinados en hacer la recensión de acontecimientos que se vinculan según el antojo de su conveniencia política o de su incompetencia intelectual. La violencia no depende de condicionantes históricas, sino espirituales. ¿En qué cabeza cabe la peregrina idea de que las vejaciones recreadas en el telefilme caracterizan una determinada relación social, en un momento particular de la historia del país? La inclinación hacia la crueldad, la tortura y la insanía es un rasgo del espíritu humano que se expresa de maneras diversas en toda época y lugar. José Luis Echenique no vive en la Querencia sino en nuestros corazones: le fabricó el último asiento a Caupolicán, cegó la voz de Víctor Jara, descuartizó a Hans Pozo, lee un blog de inFernet pensando en su próxima víctima.

Un segundo aspecto que no deja de sorprenderme, es la incapacidad de poner en el debate la ansiedad morbosa del público que sintoniza religiosamente la telenovela, no sólo para tener algo de qué hablar al otro día con el resto de alienados con los que trabajaestudiavive, sino para satisfacer -quizá vicariamente- las oscuras fantasías que alientan en el inconciente. No se necesita ser un master en psicología ni en publicidad, para advertir que detrás de la obra dramática hay un concienzudo análisis de mercado que ha establecido qué quiere ver "la gente" y la gente quiere verse en la pantalla porque la pantalla legaliza sus miedos, sus deseos y sus fantasías. La historia y la ficción son dos nombres para el mismo discurso; un discurso que pretende dar espesor y una pátina de coherencia a las infinitas formas que la sinrazón humana ha encontrado para llenar el vacío de la existencia.

Un tercer aspecto, tan desconcertante como el resto, es la devoción por el llamado "verosímil realista" que el público chileno manifiesta ante cualquier relato audiovisual de ficción. El prestigio de la imagen es tal, que resulta imperativo que la imagen registre "lo que realmente pasó" en aquellos años. Así, el realista telespectador olvida que, detrás de su fetiche, hay camarógrafos, guionistas, director, tramoyas, vestuaristas, productores y una larga cohorte de constructores de esa "realidad" por la que TVN recibió 1900 millones, sólo en su primer mes de transmisión. Si mi vida es una teleserie ¡quiero saber quién se beneficia de ella! En realidad, me importa un pepino: ¡exijo mis ganancias!

Por último, resulta asombroso advertir cómo el discurso medial es percibido como inevitable por el "mutante básico" -según la acertadísima categorización del periodista Felipe Avello-. "Es que los niños van a ver estas escenas y los pueden perturbar". ¡Ma qué niños, señora! Para eso tiene usted una cosita larga y negra que se llama control remoto y que sirve para cambiar el canal y, aunque usted no lo crea, también para apagar la tele. Pero quién podría resistirse a la tortura, -a la única tortura verdadera- de no saber "lo qué pasó en la comedia", a la vejación de tener que escuchar en silencio el relato del compañerodetrabajodecursodelconviviente, de cómo fueron los azotes, los desgarros, de cómo se escuchaban los llantos y los gritos. Y así, finalmente, cuando el protagonista sea castrado, quemado, descuerado, devorado por ratones hidrofóbicos o violado en masa por el peonaje de la Querencia, la catarsis colectiva -ah, viejo Aristóteles-, devenida orgasmo teleonanista, dejará a la masa espectadora agotada, sed non satiata, anhelando una nueva dosis de realidad en el horario nocturno de TVN.-

4 comentarios:

Proactiva dijo...

ESTO NO TIENE PIES NI CABEZA...
¿De qué se trata realmente la discusión mediática que ha acaparado a la prensa estos últimos días? ¿De qué nos estamos preocupando, en circunstancias que el país tiene temas verdaderamente urgentes de los cuales debatir? No deja de sorprender la enorme batahola fabricada (sí, fabricada), en torno a este culebrón nocturno, que a todas luces no es más que eso: el culebrón de moda. Por ello, que sea el mismísimo SERNAM quien alce la voz para objetar con vehemencia y determinación la "excesiva violencia", la "degradación del género femenino" y otro epítetos, cruzada a la que se suman honorables de diverso pelaje, no me hacen más que preguntarme si no estaremos siendo colectivo objeto de una joda para video match...¿ALGUIEN puede dudar que esto es ficción?

Bárbara dijo...

Me parece un poco raro y "sano" lo que va sucediendo con estas cosas... la gente sufre día a día con el Señor de la Querencia, es más,a nuestro ex- rector le tildaban, "El señor de la Gerencia" con argumentos como: a ese y a este se lo deberían violar entre todos. ¡Como tán reprimidos, como tan insanos! Que lata es ver, como la gente se sacia de estas historias para poder satisfacer las necesidades psicológicas ocultas. A veces pienso que mucha gente confunde esta realidad, la tangible con el horrible mundo de la tv como para "salir del esquema trabajo-casa, casa-trabajo-así, no pienso".
Hoy mismo, que me he quedado alienada en estos medios, sin ir a laburar por un vil virus rondante, me he tenido que quedar todo el día viendo televisión, es más, un poco, analizándola.
Y a fin de cuentas, me doy cuenta que si no estuviera el mijito rico, la roja de todos, el gurú, la lully, el cuchillo.....¿Que és lo que haría la gente?
Quizás, inventarlos en una gran novela y ser los próximos genios de este mundillo big mac.

Anónimo dijo...

Bua!!! que terrible confundir la realidad, no será que chilito lo han cagado siempre con la realidad inrrealidada, claro desde que los edwards limpiaban la mierda pa buscar las pepitas de oro que se tragaban sus compañeros y robaban de las minas, claro esa es la credibilidad que podríamos ver en sus diarios, diario vivir de errores y frustraciones alegres
Miren la educación pasa por un jarro de agua realidad o ficción?

maria electra dijo...

pienso que el señor de la querencia es una denuncia de lo que ocurrió en chile tiempos atras.no en todos los fundos pero creo que en la mayoría.Es de chilenos negar lo inegable y alterar el perfil de lo que pasó.
Esta novela es un acto de justicia para todos aquellos que sufrieron y que vivieron con un José Luis Echenique-