sábado, 20 de agosto de 2011

La revolución de los "lectores incompetentes" III

¿Hasta dónde pretende llegar el movimiento estudiantil? A estas alturas resulta evidente que "la recuperación de la Educación Pública" es un pretexto meramente retórico. Como he tratado de expresar en las anteriores entradas de este blog, en mi concepto, el movimiento estudiantil encubre una demanda equívoca que intenta cambiar un diseño político-económico, de manera irresponsable, sin hacerse cargo de atender al problema cultural de base. En este comentario pretendo ordenar mi diagnóstico y generar un piso temático para construir un debate de ideas; una práctica que -a la luz del tenor de algunos de los comentarios generados por "La revolución de los tarados I y II"- tiende a extinguirse en el llamado "Chile de hoy". Correcto o no, mi planteamiento se estructura sobre los siguientes ejes que, me parece, la mayoría de los comentadores de mis palabras tienden a dejar de lado, tanto en su defensa como en su ataque. Por otra parte, se me ha criticado que me refiera a quienes articulan este movimiento de manera despectiva e insultante. En mi concepto, el insulto lo valida quien lo recibe y no quien lo profiere; no obstante, estoy de acuerdo en que, en beneficio de los valores que me importa defender, me dirija a ellos con un concepto menos ofensivo. Por ello, me referiré a los paralizados y a los protestantes como a los "lectores incompetentes". Título menos polémico, sin duda; ojalá, fuera inexacto. Veamos:

1. La manifestación estudiantil es el resultado de un fenómeno complejo de reconfiguración del imaginario social que se expresa en una instrumentalización política irresponsable. No hay un proyecto serio, riguroso, pragmático o coherente que se haga cargo del alcance de la demanda. Con una lógica voluntarista, los dirigentes estudiantiles instrumentalizan un problema real -la crisis del sistema educativo chileno- para usarlo como catalizador de demandas sociales hijas de la hipocresía del ser nacional, que proyecta en la forma lo que no se atreve a corregir en la esencia. El carácter talibanesco del discurso de los dirigentes revela, por otra parte, que el fin no es obtener acuerdos, sino imponer una visión unilateral del problema y de la solución. En el manifiesto por la educación, paradójicamente, no existe ningún concepto que provenga de un análisis técnico del problema de la educación, sino que se hace entender que la crisis de la educación se soluciona con un cambio ideológico y político-económico. Es decir, se deja fuera el saber experto y se privilegia el eslogan que la masa puede enarbolar como emblema de lucha. No se trata de un cambio de paradigma, como se quiere hacer creer, sino que de un cambio en el eje del paradigma, que no es lo mismo.

2. Los cambios que persigue el movimiento corresponden a acciones de carácter político que, en un régimen democrático, considero que debieran ser articulados por los representantes democráticamente elegidos. Si éstos no están a la altura de la tarea encomendada, existen mecanismos de presión social para corregirlos, menos espectaculares que las protestas, pero más responsables, desde el punto de vista cívico, con el funcionamiento del país y su institucionalidad; estos mecanismos suponen una fiscalización más cercana y rigurosa del ciudadano-elector sobre sus representantes. Sin embargo, la opción de radicalizar el cuestionamiento al sistema democrático a través de protestas es más espectacular y, agrego, sirve mejor a los intereses ideológicos que se esconden bajo el movimiento y que buscan, a todo evento, desestabilizar al ordenamiento político en su conjunto. Por otra parte, el movimiento sirve para canalizar no sólo una posición crítica frente a un sistema social, sino también, una actitud antisocial, esto es contraria a los valores que estructuran ese orden social. Por eso digo que es absurdo hablar de "infiltrados": el movimiento no puede discriminar entre quienes quieren un cambio del sistema, de quienes buscan la destrucción del sistema o, incluso, quienes consiguen medrar con la crisis.

3. Un nuevo elemento, que me parece justo hacer ingresar al cuadro de análisis, es la incompetencia política del Gobierno para leer adecuadamente las claves del conflicto y, por otra parte, la falta de gestión política para presentar una adecuada respuesta. El Gobierno de la Coalición por el Cambio está atrapado en un esquema de psico-política que le ha impedido entender que el problema no se juega, ni siquiera, en el ámbito económico sino en el de las representaciones socioculturales. Para el mutante básico, jamás inscrito, nunca votante, los elementos esenciales que definen una democracia no existen; por ejemplo, las instituciones no tienen un valor en sí mismas (porque son demasiado abstractas), sino que se personalizan (para ser comprendidas) lo que, para la sensibilidad "Troll" imperante, equivale a decir se "demonizan"; este mutante, en su miopía, no alcanza a advertir que ésta es una crisis de sistema democrático chileno, y no del gobierno de Piñera. Freud se sobaría las manos al analizar el caso chileno: una sociedad adolescente que cree que "matando al Padre" logrará definir una identidad digna o, al menos, válida. En el otro extremo del espectro político, la Oposición, cegada por el oportunismo, la mediocridad y la incompetencia democrática, está contribuyendo a un desastre de proporciones cataclísmicas, porque tampoco está leyendo adecuadamente el hecho social. Señores del arco iris: este movimiento no terminará con la reinstalación de la señora Bachelet en 2014. Si triunfa la lógica de este movimiento, hasta aquí no más llegaron. Señor Escalona, señora Toha, señor Walker, señor Lagos ¿es que creen que la caída del gobierno de Piñera los pondrá a ustedes, como salvadores de la democracia, de nuevo en el poder? Ustedes son autistas, quizá resentidos, pero ¿también torpes?. Hagan un gesto que tal vez no sea notado por el tipo de la calle, probablemente hasta sean malentendidos, y apoyen la institucionalidad democrática por la que ustedes mismos, dicen, se jugaron en su momento. Dennos un "mentis" a quienes creemos que están más interesados en el poder que en el país. Entiendan que una revolución no son sólo palabras: en ellas ruedan cabezas y las vuestras también pueden amontonarse en canastas, junto con las de un montón de gente que prefiere asesorarse por expertos, que les dicen cualquier cosa menos la verdad.

4. Los medios de comunicación han cumplido un rol clave en la construcción de esta crisis. La propaganda "revolucionaria" insiste en el eslogan de que "los medios desinforman porque sirven a los intereses del capital"; sin embargo, al capital le interesa, esencialmente, aumentar el capital y la crisis vende mucho más que la defensa de este u otro orden social o político. Además, el surgimiento de las nuevas tecnologías de la información hacen imposible, salvo que estemos en Cuba o en China, que haya un control de lo que la gente pone en Twitter, en Facebook, en Blogs como éste. Donde, dicho sea de paso, el bullying, el ataque visceral, la descalificación a través del insulto y/o la burla, son los mecanismos de control predominantes de un Poder no económico, sino social y cultural: la sociedad de los trolles hipertecnologizados. La naturaleza de estos ataques responde a la pasión del rechazo al hombre, más que al análisis crítico de las ideas, como pueden leer quienes revisen algunos de los comentarios que han suscitado mis reflexiones. Hoy día, el criterio editorial no existe y tiene cabida cualquiera que se dé la maña para ocupar un espacio, como este mismo blog lo demuestra. Lo curioso es que ante esta liberalidad en la oferta, existe una intolerancia en la demanda que determina que lo que realmente venda sea, siempre, "más de lo mismo", aquello que mima lo que la gente quiere saber, no aquello que lo desafía. El anquilosamiento intelectual hace que la gente repita eslóganes, hoy día, absurdos: "El Mercurio miente" ¡Por cierto! ¡Pero también el The Clinic! Todo medio configura una versión de la realidad que depende de una intención comunicativa y de un estilo valorado por el receptor. En otras palabras, ningún medio "dice la verdad", sino que construye una versión de ella, a la medida de sus intereses y de los de su público lector: los medios dicen lo que su público quiere recibir. Pero la lógica de la satanización -y la de la victimización- son políticamente mucho más redituables, porque la gente NO TIENE FILTRO INTELECTUAL y tiende a dejarse llevar por las emociones.

5. Otro elemento nuevo: asistimos a una crisis del paradigma valórico que dio sentido a aquello que se entiende por Estado-Nación. Trágicamente, lo que está en crisis hoy es el concepto de Ser Humano. Los valores humanistas del siglo XVIII que inspiraron las revoluciones francesa, norte y latinoamericana e, incluso, los movimientos sociales de la década de los '60 del siglo pasado no son los valores que inspiran este movimiento. Porque antes que "Libertad, Igualdad y Fraternidad", está el valor del respeto al Ser Humano y a su capacidad para actuar racionalmente y, como he señalado, la racionalidad y el respeto no caracterizan precisamente a este movimiento. Es más: reclaman por una mejora en la educación, pero rechazan a los intelectuales. ¿Es que transformarán la educación en un amaestramiento? ¿Estamos ante el imperio del "Saber-Hacer"? ¿Dónde está, entonces, la diferencia? En lugar de los valores humanistas -decía-, se levantan los 3 valores predominantes de la sociedad contemporánea: el facilismo, la rapidez y la entretención. De ahí que se trate de un movimiento construido a punta de eslóganes -fáciles de memorizar y rápidos de distribuir- y entretenido, que no privilegia la discusión y el debate, y se complace en acciones pirotécnicas que evitan la exposición y el desarrollo de ideas. La parafernalia escamotea la argumentación y permite escenificar un estado de ánimo social: molestia, en el mejor de los casos, rechazo visceral al orden socio-político en la mayoría de los otros. ¿Y qué estado civilizado se estructura para contener estados de ánimo de la masa?

6. En mi concepto, este movimiento expresa un estado de ánimo que no es capaz de constituirse en ideas, que no acepta someterse al ejercicio del debate, que desconoce en su voluntarismo, o en su interés ideológico, las estrategias de la negociación y, consecuentemente, ha elegido ponerle la pistola al pecho a una sociedad atontada, que se exime de su responsabilidad en la crisis, aceptando la acción de los estudiantes o, por lo menos, validándola. Insisto ¿está contra el lucro, señor profesor? Pues renuncie a sus horas en esos colegios, liceos, institutos o universidades que lucran y súmese al movimiento social, con honestidad o, al menos, sin fariseísmo; en ese mismo sentido, jóvenes estudiantes, si quieren democratizar el acceso a la enseñanza, ¿por qué no avanzan camino, aprovechando el paro, y van a las poblaciones marginales a hacer clases de nivelación y preuniversitarios populares? Los estudiantes exigen y a cada exigencia le ponen el adjetivo "democrático" para que no se note la prepotencia o, por lo menos, la intolerancia. ¿Qué diálogo democrático puede hacerse sobre la base de exigencias y no de propuestas? ¿Qué diálogo democrático puede establecerse si, de entrada, se niega la validez del interlocutor? Tan mal se entiende el concepto de "democracia" que se validan las acciones de Hackers que apoyan el movimiento, saboteando las páginas web contrarias a su visión de la sociedad e imponiendo el terror en el mundo virtual. Dejémoslo en "Incompetencia lectora".

7.Ironías aparte, el dato estadístico del 80% de incompetencia lectora en el chileno promedio es, para mí, la piedra de tope de toda acción de cambio y transformación sociales. Es aquí donde se debe trabajar, como familia, como país y como sociedad; escribir estas ideas es mi manera de contribuir a generar un debate, a partir de un punto de vista que a unos podrá gustarles, quizá representarlos; a otros podrá ofenderlos y eventualmente repugnarles, pero alguien recogerá el guante y sostendrá algún punto o lo rebatirá, habiéndolo entendido. Desde mi punto de vista o en mi concepto (expresiones que uso recurrentemente para que se entienda que no me interesa sermonear, sino subrayar que es mi idea y que no pretende ser verdad dogmática o absoluta) un grupo social que reduce vastos conceptos al comodín de "la weá" es una sociedad de tarados, porque es incapaz de reconocer los matices de la realidad y de nombrarla de manera adulta; un grupo social que se refugia bajo eslóganes, que repite como mantras, evitando examinar su origen, su sustento y su alcance es una sociedad de gente boba, porque no entiende que las ideas tienen sutilezas y no corresponden a un orden de blanco y negro; un grupo social que defiende valores de modo nominal, "en la medida de lo posible", y no es capaz de llevarlos a la práctica más allá de su comodidad o de sus intereses, es una sociedad hipócrita y poco confiable. Una grupo social que considera que la educación es responsabilidad de instituciones y dispensa a la familia (uni o biparental; hetero u homosexual) de su tarea formadora para, absurda, complacerse en la banalidad, la estupidez y el materialismo, no puede estar a la altura del sueño que declara. Un grupo social que no valora el sistema político que se ha dado para gobernarse y que, con absoluta irresponsabilidad cívica, se exime de jugar el juego democrático para hacer que el sistema funcione y, en vez de ello, se complace en celebrar su crisis sin ofrecer ningún proyecto serio, razonable y coherente que lo reemplace, es una sociedad condenada al fracaso.

Estoy hastiado de vivir entre trolles que creen merecer atención sólo porque escriben en mayúsculas y putean con frenesí y también estoy cansado de escuchar o leer a gente pusilánime que no se atreve a decirle "NO" a la masa y cierran los ojos, esperando que pase el chaparrón. Ahora vendrá el Paro Nacional y después, seguramente, marchas, protestas,funas y caceroleos. Si usted no está de acuerdo con este escenario, pues haga algo concreto: diga que No está de acuerdo y dé sus razones. Y si usted quiere un cambio y una renovación, le repito las palabras del doctor Johnson: "Caballero, no levante tanto la voz: mejore los argumentos".-

miércoles, 10 de agosto de 2011

La revolución de los tarados II

ACLARACIÓN: Curiosamente, se ha distribuido en inFernet la especie de que "La Revolución de los Tarados" está escrito por Fernando Villegas. No es así. Pese a que mi seudónimo es claramente MANDALIEX, hay quienes insisten en atribuirlo al sociólogo. Al César lo que es del César ¿no?


En 2001 un dato estadístico, por razones obvias, pasó desapercibido para el chileno promedio: de acuerdo a un estudio de la OECD llamado "Nivel lector en la era de la Información", el 80% de los connacionales entre 16 y 80 años no alcanza el nivel de lectura mínimo para funcionar en el mundo de hoy. Hablando en plata: 3 de cada 5 chilenos entienden con dificultad la fórmula, que aparece impresa en un tarro de leche en polvo, para preparar una simple mamadera. Si al lector le interesare el asunto, pues lea este reporte de la revista CRECES: Los chilenos no entendemos lo que leemos.

Este no es un dato misceláneo o marginal a la hora de examinar el sentido y el alcance de las manifestaciones sociales que conmocionan a nuestro país. Los datos estadísticos no operan a partir de entidades abstractas, sino a partir de personas concretas con taras cognitivas concretas: su madre, su hijo, su pareja o usted mismo, hipotético lector, tiene problemas para representarse mentalmente un concepto a partir de lo que lee; o bien, tiene dificultades para extraer inferencias o alcances que se desprendan del texto leído; o quizá le cueste hacer una síntesis de las ideas centrales del artículo o la noticia que acaba de leer. En un escenario como éste, un movimiento voluntarista, que se articula a partir de emociones y eslóganes pero, JAMÁS, a partir de un análisis serio, informado, metódico, riguroso y pragmático de los hechos, tiene al país secuestrado y a la institucionalidad, cual víctima de un cogoteo, entre el sable y la pared.

Para iniciar este análisis es necesario, sin embargo, precisar ciertos conceptos y el primero de ellos es que no se trata de dejar fuera de la ecuación al aspecto emocional del sujeto. En ningún caso. Ni la existencia de un individuo ni la de una nación puede reducirse a un montón de ideas abstractas o a datos cuantificables matemáticamente. Cada uno de nosotros enfrenta la existencia a partir de un relato personal que nos escenifica frente al otro; un relato que nos sirve para construir una historia personal que nos valide como sujetos, que apoye nuestro saber, que vindique nuestra experiencia, que establezca con propiedad nuestro estar en el mundo. Y, en mi concepto, la convulsión social que se expresa a través de las manifestaciones estudiantiles tiene que ver con ese relato. Porque el relato también puede ser una mentira.

El 11 de septiembre de 1973 se inicia un período infame en la historia de nuestro país. En él, de acuerdo a los datos del Informe Rettig de 1991 2.279 compatriotas murieron como resultado de violencia política o violaciones a los derechos humanos. Por otra parte, el informe Valech de 2005 señala que 27.255 chilenos sufrieron atropellos y violaciones en sus derechos, durante el régimen militar. SIN EMBARGO, durante los 17 años que duró este régimen, JAMÁS la sociedad chilena en su conjunto se manifestó de manera clara y valiente sobre el particular. Durante 17 años desaparecieron compatriotas, otros fueron torturados, exiliados o relegados y el mutismo del chileno promedio hizo oídos sordos a ese drama, por cuanto el régimen militar había cumplido con 2 anhelos REALES de la sociedad chilena: había traído paz social y bonanza económica. Este es un HECHO y todavía no se reconoce. Sí, joven estudiante: su mamá, su papá, sus abuelos, sus tíos sabían que a su vecino le metían electricidad por el ano, pero sus familiares NO se atrevieron a HACER nada, no se atrevieron a DECIR nada porque, en cierto sentido, APOYABAN ese acto. Ya basta de mentiras: una gran mayoría de chilenos, en su momento, apoyó el régimen militar o, al menos, estuvo de acuerdo con la caída del presidente Allende. Por acción o por OMISIÓN apoyaron a Pinochet y lo hicieron presidente de Chile.

Pero bastó que la bonanza económica cesara para que, en 1983, se iniciara la epopeya hipócrita para "derrocar al tirano". Y puntualizo esto: Chile reaccionó cuando el horror le tocó el bolsillo, no cuando tocó "la conciencia digna de miles y miles de chilenos" como ingenua y torpemente soñó el presidente Allende. Por eso siempre me ha indignado la hipocresía de una sociedad que le exige actos de arrepentimiento, mea culpas, reparaciones a los militares, a los sectores que ideológica, social, económica y políticamente estuvieron vinculadas, de manera explícita, al régimen militar y JAMÁS ha reconocido su cobarde y mayoritario silencio y, sobre todo, su complacencia solapada con el modelo impuesto por los economistas del régimen. Una clase media moralmente corrupta, como la chilena, es la que ha engendrado a estos energúmenos antisociales, que hoy pretenden imponer sus medias ideas a través de balbuceos patéticos; un grupo de ignorantes-esenciales-con-matrícula-universitaria es el que a través de la prepotencia y el matonaje ha inmovilizado a una sociedad atravesada por la mala conciencia de NO HABER HECHO NADA, en su minuto, para que este estado de cosas fuese distinto y que ahora, como siempre, renuncia a su responsabilidad social y política y se la transfiere a los estudiantes, como en su minuto se la transfirió a los militares.

Lo bueno de esto es que soy lo suficientemente viejo para que no me vengan a contar cuentos. Tal como ahora, en los '80 yo estuve ahí y vi lo que pasó y no es como en "la tele". El relato social proponía una caída espectacular, un DERROCAMIENTO apoteósico y nada de eso ocurrió. Pinochet - el PRESIDENTE Pinochet- NO CAYÓ. Tal como escribí alguna vez, "descendió blanda y democráticamente" y entregó el poder al presidente electo por los chilenos, señor Patricio Aylwin. Y ahí empezó a labrarse el colapso social que hoy nos conmociona, porque el fracaso de la gesta social y política se sublimó con el Plebiscito y el gobierno de la Transición a la Democracia en el que la sociedad chilena -COBARDE, ESTÚPIDA, IGNORANTE, ARRIBISTA, como ya he señalado-, prescindió de sus responsabilidades cívicas y delegó en los políticos que formaron la Concertación por la Democracia la tarea de hacer una sociedad más justa y democrática. Pero ahí vinieron los "peros", los "hasta en la medida de lo posible", los "jarrones" las excusas para medrar. Cuando había el respaldo social para conseguir los cambios "al sistema", los políticos chilenos que integraron la Concertación tomaron una decisión de la que NADIE, todavía, les HA EXIGIDO con fuerza responsabilizarse: adoptaron el modelo, lo administraron y lo perfeccionaron. Y como en el poema de Pezoa Véliz, NADIE DIJO NADA.

Por eso me tienen fuera de este movimiento de medias ideas, palabras vacías y resentimientos atroces. Yo estuve un poquito más allá que "en la calle" durante el régimen militar. Y, hoy, he dedicado mi quehacer profesional a formar intelectualmente -a tratar de formar- a generaciones que, cada año, llegan con más taras cognitivas, a metamorfosearse en profesionales. Y sé que no sólo son hijos de un sistema educativo mediocre. El problema está en sus familias; en sus padres que abdicaron de su responsabilidad de formadores y le endilgaron la tarea a la tele, al computador, a la Nana peruana (ese único ser humano noble y digno que va quedando en la familia chilena tipo). Y mientras tanto, esos padres ausentes, aceptaron mudarse a departamentos y casas de juguete en los que NO HAY espacio para que se reúna la familia, en los que NO HAY espacio para poner una biblioteca, pero sí un televisor de 42 pulgadas, y un nintendo. Son esos padres los que no tienen idea de qué hacen sus hijos cuando, aburridos, salen de sus covachas funcionales a juntarse con otras entidades medio humanas (porque la humanidad es un ideal filosófico por conquistar, no una condición genéticamente adquirida) y llenan su vacío con deshechos de realidad.

Entiendo que los jóvenes de este movimiento estudiantil son hijos de una generación de cobardes, ineptos, ignaros y arrogantes que, escudados unos en sus posgrados y otros en su DFL2 o en sus autos, y todos en sus teléfonos celulares de última generación, jamás han tenido una conversación ilustrativa acerca de lo que es la DEMOCRACIA y el valor profundo que representa para una sociedad civilizada. Por eso hoy, bárbaros y falaces, exigen un "plebiscito" o, como ponen en las paredes de Eleuterio Ramírez claman por una "guerra social". ¿Quieren cambiar el orden establecido? ¿Quieren protestar en serio? Entonces, vivan el sueño y hagan una gran concentración en un sitio emblemático, como el Mall de su barrio por ejemplo y, ahí, lleven todas las pilchas plásticas con las que se visten, con todas las porquerías electrónicas con las que se llenan sus vidas traidoras y vacías; con todos los subterfugios que les impiden acceder, por sí mismos, al conocimiento y a la belleza y, junto con sus tarjetas de redcompra, QUÉMENLAS. Después, tomaditos de la mano, en familia, vayan a los registros electorales e inscríbanse porque así funciona la democracia. Si quieren se disfrazan de zombies o de superhéroes y en un cosplay por la dignidad del espíritu, vayan a las sedes del poder legislativo y, ahí, pasen a las oficinas de diputados y senadores y pregúntenles qué han hecho últimamente. Pero tal vez no les agrade el aire marino, entonces, en vez de andar buscando fotos de gatos en inFernet, entren a sus correos electrónicos y tapen de emails a sus representantes para que hagan bien su tarea.

Y, sobre todo, déjense de amontonar mentiras para justificar su estupidez. Primero: no existen los "infiltrados" en el movimiento, porque el movimiento estudiantil carece de filtro, porque se trata de un movimiento que no cree en los filtros y, déjenme decirles: los delincuentes ya saben que ya no hay filtros y también van a clases en la universidad. Por otra parte, hay quienes jamás se reconocerían como delincuentes, pero en la práctica sí son antisociales y adhieren a este movimiento porque están contra todo un orden social que quieren destruir. Y, por favor, pregúntense: ¿qué quieren que lo reemplace?. ¿La dictadura de las mayorías? Si el 80% de los chilenos tiene problemas cognitivos que les impide expresarse con claridad o comprender lo que leen, pues NO, GRACIAS.

Segundo, reconozcan que detrás de su eslogan "no al lucro" se esconde un resentimiento miserable hacia un modelo de ser social y económico que aborrecen, pero que también adoran. Ustedes han hecho del LUCRO su modo de vida y, sepulcros blanqueados, tiran sus piedras contra quienes representan ese oscuro ideal. ¡Por el amor de Dios, oíganse hablar en sus fiestas, en sus happy-hours, en el metro! El chileno vive hablando de plata, de lo que hace o no puede hacer con ella: no hay otro tema más que la plata, el carrete y el sexo. Lucro del bolsillo y del calzoncillo, si me permiten el eslogan ya que está de moda hablar con ellos.

Tercero,dejen de hablar de la calidad de la educación como si realmente les importara. No le importa ni a Vallejo -obnubilada por la epopeya social en la que se ha visto envuelta-; no le importa a Gajardo -personaje siniestro que se mantiene en su cargo como emblema viviente del patético nivel intelectual del profesorado chileno- y, sincerémonos, por favor: no le importa al estudiante promedio que, fascinado por el poder repentino que emana de romper las reglas, prefiere perder un año de clases y aparecer como un mártir social por la Calidad de la Educación. La calidad en la educación se exhibe en el día a día; en el hambre intelectual; en el cuestionamiento que quiere conocer, no en la negación por defecto. ¿Quieren presionar? Usen sus fines de semana, sus noches de precarrete pero no dejen de estudiar. Se puede caminar y mascar chicle, a menos que se tenga una mente rígida, atrapada por la esclerosis, la falta de creatividad y la ignorancia.

Y, por último, si usted ha leído estas palabras, las ha entendido y considera que las ideas que expresan también lo representan, pues hágase cargo de ellas y, con sus propias palabras, distribúyalas libremente. Ya está bueno que el 80% de los chilenos sepa que tendrán la fuerza, pero no la razón y que la democracia que, bien o mal, conseguimos recuperar no puede hipotecarse por la desidia, la ignorancia, la cobardía y la tontera.-

miércoles, 3 de agosto de 2011

La revolución de los tarados I

ACLARACIÓN: Curiosamente, se ha distribuido en inFernet la especie de que "La Revolución de los Tarados" está escrito por Fernando Villegas. No es así. Pese a que mi seudónimo es claramente MANDALIEX, hay quienes insisten en atribuirlo al sociólogo. Al César lo que es del César ¿no?

Hace unos días, estaba haciendo la cola para pagar en un negocio y observaba a una madre interactuar con su hija de unos 4 años. Todo comenzó cuando la niña lanzó un juguete por la cabeza de los que estábamos en la cola:
- "Anda a recogerlo, Camilita".
Camilita se tira al suelo de la tienda y allí se queda, inmóvil.
- "Ya pues, Camilita, vaya."
Camilita sigue inmóvil.
- "Ya, Camilita, si no va a recogerlo no le voy a comprar na' el juguete".
Camilita BOSTEZA y, acto seguido, LE DA LA ESPALDA a su madre quien, rezongando, abandonó la fila y fue a recoger el juguete. Evidentemente, no cumplió su amenaza.

Para mí, esta anécdota es tremendamente ilustrativa del perfil básico del chileno promedio: adultos carentes de la más elemental autoridad sobre niños indiferentes a normas, hábitos y disciplina. Abolidos el sentido del deber y la disciplina como ejes rectores del comportamiento, un solo elemento estimula y guía al ser nacional: el voluntarismo, es decir, la gente hace lo que quiere y ve en ello un valor capital. Lo que resulta de esto es la descomposición social que se observa hoy en el país y de la cual las protestas estudiantiles son palmaria expresión.

En mi concepto, la motivación de estas protestas dista mucho de buscar una mejora en la calidad de la educación y en el acceso a ésta. Desde hace 16 años ejerzo la docencia en universidades e institutos nacionales y, salvo contadísimas excepciones, jamás he encontrado alumnos dispuestos a aprender, a personas con hambre de conocimientos y voluntad para conseguirlos. Si hay que leer más de 2 páginas, colapsan; jamás llegan con preguntas acerca del tema tratado; jamás formulan pregunta alguna en las clases y un atroz etcétera. Si alguien quiere mejorar la calidad de la educación, pues que dé el ejemplo y estudie; pero no es este el caso: se trata de conseguir un objetivo nominal, socialmente encomiable, bajo el cual se camufla el impulso esencial: vivir la aventura de "dejar la cagá".

La lógica de las tomas, huelgas y paralizaciones es, en su esencia, contraria al fin que declaran perseguir. Quieren que SE mejore la calidad y el acceso a la educación, restándose del rol primario que a los estudiantes les compete que es, miren que sencillo, ESTUDIAR. Nada impide generar presión y no abandonar las clases, sin embargo se presenta un hecho como incompatible con el otro. Eso es propio de una estructura de pensamiento anquilosada que ve en el conflicto disruptivo la única vía de solución a los problemas: esa es la lógica flaite en su expresión más pura. Proclaman la necesidad de mejorar el acceso a la educación, pero cuando han accedido a ella y se ven enfrentados a la tarea concreta de educarse, arrugan y prefieren representar una posición a través del simulacro del compromiso activo con el cambio estructural que, en una sociedad democrática, no les corresponde a ellos realizar, sino a los representantes elegidos por la ciudadanía. Y si estos no hacen su trabajo, no podemos ser como la madre de la Camilita de mi ejemplo y hacer la pega por ellos.

El discurso falaz que impugna el lucro en la educación es, en mi concepto, una muestra clara del fariseísmo hipócrita del movimiento estudiantil. De acuerdo a éste, habría siniestros empresarios que se llenan los bolsillos con la necesidad de los pobres estudiantes que, incautos, se matriculan en sus institutos y universidades de calidad miserable. Si así fuese, la solución es mucho más simple que dictar leyes, crear superintendencias o cambiar la Constitución de la República: tal como, en teoría, la gente no se baña en lugares no habilitados para el baño, desarrollemos la conciencia social de que la gente NO se matricule en esas instituciones. Y no nos llamemos a engaño, no necesitamos banderas rojas que las señalen: en el mundillo estudiantil TODO el mundo conoce cuáles son esas instituciones. El problema es que hay un número no menor de jóvenes para quienes esas instituciones son una opción real de educación porque aceptan su incompetencia intelectual y optan por ellas a sabiendas de que recibirán una formación cuestionable pero, y he aquí el detalle, podrán ostentar la chapa social de ESTUDIANTES DE EDUCACIÓN SUPERIOR. Y pagan por ello, porque la educación, en la lógica de representaciones sociales, también ES UN PRODUCTO. Referirme a las causas de esa incompetencia intelectual llevaría esta reflexión hacia otros derroteros, pero creo que su origen no depende tanto del sistema educacional, como de la cultura nacional.

Me violenta la falacia de presentar a la EDUCACIÓN como un bien sacrosanto porque, a la hora de examinar el efecto de esa educación, se advierten resultados desoladoramente malos. Y esto es así porque, digamos las cosas como son, la calidad intelectual del chileno promedio es paupérrima. SER médico, diseñador, periodista o profesor tiene que ver, en el imaginario estudiantil, con PASAR los ramos, no con imbuirse de una forma de ser, pensar y actuar. Y es que existe una paradoja esencial: se quiere acceder a un nuevo estatus social, a través de la educación superior, sin hacer el "up grade" intelectual. Dicho en otras palabras: si alguien cursa y aprueba los ramos correspondientes obtiene un certificado de médico, diseñador, periodista o profesor, pero sin cambiar, necesariamente, su disposición cognitiva. Un ejemplo: salvo escasas excepciones, las tesis para obtener un grado académico tienden a repetir hasta el infinito los mismos viejos problemas en cada una de las disciplinas. Las tesis, que se suponen debieran indicar el peso intelectual y académico del futuro profesional, terminan siendo trabajos chapuceros, ramplones, mal escritos, cuando no plagiados de wikipedia. Pero esta gesta sociológica de los paros, las tomas y las manifestaciones sirve como modalidad compensatoria que "estudiantiza" al mutante básico que, esencialmente, no quiere estudiar: "¿Profe, por qué no hace un trabajo en vez de hacer la prueba?"

Sin embargo, la culpa siempre la tiene el empedrado. No al lucro porque es contrario a la calidad en educación. Falacia atroz, pero excelente eslogan de campaña. ¿De cuándo acá ese rechazo visceral al enriquecimiento? El chileno promedio está dispuesto a endeudarse hasta la 3ra generación para comprarse desde un teléfono hasta un auto nuevo todos los años, pasando por cuanta chuchería inimaginable se le ocurra. Es más: socialmente ha aceptado funcionar bajo esa lógica, y LUCRA para ello. Pero si el que gana plata es el empresario, ¡ah no! ¡es un negrero, un desgraciado! Envidiosos, chaqueteros y arribistas. De paso, si los 300 mil pesos que cuesta una consola Wii se invirtieran en libros, otro gallo nos cantaría, ¿pero quién estaría dispuesto a ello?

Si miramos el petitorio de los estudiantes y profesores, la gratuidad en la educación se presenta como el eje de las reivindicaciones. Este objetivo, aparentemente, es social, pero no nos llamemos a engaño: es esencialmente POLÍTICO y, por lo mismo, no puede ser logrado por un movimiento social. Si miramos con una perspectiva de ESTADO, desde el momento en que un movimiento social consiga una reivindicación política, la lógica de un sistema político democrático colapsa, por cuanto ese movimiento social establecería la nula necesidad de ese orden político democrático y, una sociedad que reprueba masivamente a sus representantes, probablemente permitiría la instalación del voluntarismo social como modelo de gestión. Y ese voluntarismo, que depende de la retórica y la manipulación comunicacional de los actores del movimiento, abre la puerta para cualquier cosa. Para bien o para mal, un ESTADO necesita de buenos POlÍTICOS y los nuestros, ciertamente, distan mucho de serlo. Hoy están más preocupados de consolidar la imagen de un gobierno incapaz de ejercer su tarea de gobernar, por acción y por omisión los políticos opositores han instigado al movimiento estudiantil a lanzarse en esta cruzada reivindicatoria, como ballenas hacia la playa. Miopes políticos, no ven que al varar en la playa nadie los devolverá al mar. Son una mierda, pero los prefiero a los Ayathollas que vendrán, escudados en sus cuentas de twitter y grupos de Facebook.

El movimiento estudiantil es la expresión final de un estado de descomposición social, respecto del orden en el que funcionan los estados civilizados. Desde los rayados en las murallas hasta la actitud de los dirigentes estudiantiles, quienes para mostrar su desacuerdo con la propuesta hecha por el Gobierno, queman el documento ante las pantallas, el espíritu es el mismo del de la Camilita de mi ejemplo: hacen lo que quieren y esperan que esa sea la regla de vida. Cuando en años futuros se estudie este fenómeno, será interesante estudiar el rol que le ha cabido a los medios de comunicación en este cuadro de situación. Para la mente del chileno promedio, lo que aparece en los medios es la verdad. Con la llegada de los medios virtuales, esa sensación se amplifica por la inmediatez de las respuestas. Hoy, que la popularidad del gobierno llega a niveles abisales, nadie recuerda que con la llegada de Piñera al poder se habló de que los medios estaban en poder de la Derecha y que serían manipulados para hacer que la gente reaccionara como los personajes de 1984 de George Orwell. Nada de eso ha ocurrido y los medios han incidido decisivamente en amplificar el alcance de este desastre, creando un clima medial adverso a la gestión gubernamental. Frente a cada mal llamada demanda social, los medios en general han excluido sistemáticamente el análisis serio e informado: se trata de validar la voz de la masa que, por definición, carece de matices y se mueve, esquizoide, entre el todo y la nada.

Por eso, creo, hoy la situación es cuánto más dramática: No hay interlocutores sociales válidos y lo que dice la masa es ley. Ahora mismo, leo en mi muro de FB voces aterradas con la "represión" que carabineros ejerce contra los estudiantes. Pero a nadie le incomoda que los estudiantes se quieran manifestar cuando, por razones claras y atendibles, la AUTORIDAD, concepto que le da urticaria al mutante básico, ha dispuesto que NO SE PUEDEN MANIFESTAR. Y vuelta con que Pinochet y la represión. ¡YA BASTA! La democracia no es hacer lo que se me pare la raja, sino hacer lo que las leyes que nos hemos dado nos permiten hacer. ¿Por qué cuesta tanto respetar el orden establecido? Si hay un puto orden, el que se sale de ese orden debe pagar las consecuencias. ¿Por qué es tan difícil de aceptar? ¿No les gusta? Cámbienlo, pero por un proyecto coherente, no por un conjunto de emociones y frases hechas. Pero si no fueron capaces de hacerse cargo del orden que existía, si no tuvieron la habilidad de cambiarlo desde dentro, dudo mucho que el nuevo orden, hijo de la estupidez, la moral pequeñoburguesa y su cobardía esencial sea un avance respecto de éste. Es mucho más fácil disfrazarse de zombie y bailar frente a la Moneda que negociar acuerdos, estando dispuesto a ceder para obtener algo. Pero no: el camilismo exige el todo o la nada; es mucho más fácil tocar la cacerola y tener su minuto en la historia que proceder, como corresponde hacerlo en democracia, a través del debate, la reflexión y la presión a los representantes políticos para que empiecen a honrar el oficio por el que les pagamos y representen los verdaderos intereses de la ciudadanía.

Esta es una sociedad de Camilitas sin control y no se trata de que la AUTORIDAD deba cumplir un rol paterno, sino que el sentido cívico del ciudadano debiera primar en una sociedad madura y civilizada. Pero eso no existe: hay demasiado resentimiento, demasiada ignorancia, demasiada maldad, demasiada estupidez. Por eso, considero que ésta es la revolución de los tarados, con una sociedad enloquecida que, víctima de una incompetencia intelectual pavorosa, delega sus responsabilidades y reemplaza las ideas por los eslóganes, el debate por las frasecitas en Tumblr, el respeto por la prepotencia y renuncia, como en un carnaval, a una institucionalidad de la que jamás se hizo responsable. Probablemente, consigan su educación gratuita, su Patagonia sin represas y su gobierno de gurúes y santones; sin embargo, por decencia intelectual, debo decir que su lucha no es la mía y que sus ideales, en absoluto, me representan.-